lunes, 10 de marzo de 2014

S1. Historia 1: Manuela Malasaña y Clara del Rey. Dos heroínas en el Dos de Mayo.

Mañana del 2 de Mayo de 1808:

Regueros de sangre tintan las calles de Madrid mientras el ruido de los mosquetes y los caballos franceses retumban a lo largo y ancho de toda la ciudad. Mucho se ha escrito sobre los héroes y villanos de ese día, personajes como Daoiz, Velarde o el infame y chulesco general Murat, que inundan los libros de Historia. Pero aquel derroche de heroísmo y valentía no fue solo cosa de hombres. Entre las multitudes que se echaron a la calle para luchar contra el invasor francés se encontraban miles de mujeres. Esta historia se centra en dos de ellas, Manuela Malasaña y Clara del Rey, pero es también un homenaje a todas las mujeres que se jugaron la vida, perdiéndola muchas de ellas, durante aquel día.

Manuela Malasaña tenía 17 años el día en que perdió la vida. Hija de un panadero francés (curiosidades de la Historia) apellidado Malesange, su nombre se había españolizado hasta convertirse en Malasaña. De profesión bordadora, era una persona jovial y alegre.

La mañana en la que estalló la revuelta en Madrid, Manuela se encontraba en su puesto de trabajo, un taller en el que vivía situado en la calle de San Andrés. Junto a otros muchos ciudadanos salió a la calle dispuesta a enfrentarse a los soldados franceses con una mezcla de valentía, rabia y una completa falta de sentido común, que llevaban a los madrileños a atacar a los batallones de soldados a pecho descubierto. Los soldados franceses recuerdan ese día como uno de las peores y más sangrientos combates que vivieron, donde cada ventana escondía un tirador, cada puerta una navaja, llovían macetas desde el cielo y toda una ciudad era su enemiga.

Malasaña y su hija batiéndose contra los franceses, por Eugenio Álvarez Dumont

Manuela, al igual que otros muchos madrileños se reunió en el parque de artillería de Monteleón. Situado en la actual Plaza del 2 de Mayo, el parque se había convertido en el principal refugio de los rebeldes madrileños, comandados por dos jóvenes capitanes de artillería, el sevillano Luis Daoiz de 26 años, y el cántabro Pedro Velarde de 29. Pobremente armados y sin entrenamiento alguno, la joven bordadora, junto al resto de los madrileños, lucharon denodadamente durante un día entero contra el mejor ejército de la época, resistiendo sus ataques y causándoles graves bajas. Manuela, al igual que otras mujeres como Clara del Rey, se movían entre el fuego enemigo cargando las armas, llevando agua a los voluntarios y aprovisionándolos de municiones. Sin embargo la resistencia de los madrileños no vino acompañada de un alzamiento por parte del gobierno y a última hora de la tarde el parque de artillería de Monteleón fue tomado por los franceses. Daoiz y Velarde murieron en la última embestida francesa junto a otros muchos madrileños. El resto, entre ellos Manuela Malasaña, fueron tomados prisioneros. Al ser hecha prisionera trató de zafarse de sus captores, mostrando unas tijeras de sastre que guardaba en sus ropas, herramienta propia de su profesión. Los franceses la ejecutaron de inmediato al considerar que se encontraba armada. Esta muerte trágica, unida a su juventud y alegría generó su leyenda como heroína madrileña.

Clara del Rey, al igual que la joven Manuela, se había unido a los defensores del parque de Monteleón junto a su marido y tres de sus hijos. Natural de Valladolid, se sabe muy poco de su vida, salvo su desdichado final. Aquél día defendió el parque con uñas y dientes (literalmente) contra el ejército francés, animando a los madrileños en el parque y sirviendo en una de las dotaciones de una pieza de artillería.  Clara encontraría su muerte a lo largo del día, cuando una pieza de metralla de un cañón francés la impactó en la frente, matándola en el acto. Junto a ella murieron su marido y uno de sus hijos, dejando según el Archivo histórico Municipal de Madrid "dos hijos solteros".

La Defensa del Parque de Artillería de Monteleón, obra de Joaquín Sorolla 


En la actualidad ambas heroínas cuentan con numerosos monumentos en recuerdo de su valentía. Madrid dedicó a la memoria de Manuela Malasaña uno de sus barrios más conocidos: el barrio de Malasaña, y Clara del Rey cuenta con una calle en el centro de la ciudad. Muestras de afecto a dos de las mujeres que lucharon aquel día por su libertad, pero que, en mi opinión son un monumento a todas las mujeres que salieron aquel día a las calles de Madrid, heroínas anónimas que lucharon junto a los hombres, codo con codo, por su libertad y la de todos los españoles. 

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